La casa de los Priego
Ya sólo quedo yo de los que íbamos a casa de los Priego. Era una especie de rito, cada año puntualmente repetido: el madrugón, el desayuno y las copas de aguardiente peleón en el figón aquel de la plaza de Mamely, la mañana del Domingo de Ramos. Los mismos comentarios, las bromas consabidas, la espera […]