375 Aniversario

El reencuentro con nuestras raíces

En el Año de la Misericordia, así proclamado por el papa Francisco, las hojas del calendario de junio volvieron a escribir una página de oro en los anales de la historia de nuestra archicofradía. Con motivo del 375º aniversario de la constitución de la Hermandad de la Madre de Dios de la Esperanza y su incorporación a la del Dulcísimo Nombre de Jesús, la archicofradía organizó en dicho mes una serie de cultos y actos culturales que tuvieron su culmen con el traslado de la imagen desde su basílica a la parroquia de Santo Domingo, en cuya sala capitular, allá por 1641, se fundó la cofradía. 

Fueron días cargados de emoción y sentimiento en los que la corporación vivió un emotivo reencuentro con sus raíces para afianzar su presente y continuar por la senda del futuro. El reloj marcaba las 22.36 horas del 14 de junio de 2016 cuando la Virgen de la Esperanza cruzaba el dintel de la parroquia de Santo Domingo. Hacía 28 años y 17 días que la imagen había salido por última vez de la que fue durante tres siglos y medio su sede canónica para trasladarse a la que es su actual sede, la basílica. La entrada en la iglesia fue uno de esos momentos irrepetibles e imborrables que quedan para la historia general y para la memoria particular de cuantos lo vivieron en primera persona. 

La emoción era palpable entre los archicofrades presentes, que echaban la mirada atrás y los recuerdos sobre los muchos años en que la archicofradía tuvo allí su sede canónica. Aplausos en el exterior de la parroquia, silencio emotivo en el interior del templo y repique de campanas saludaron la entrada de la Esperanza, que visitó las capillas de las hermandades allí radicadas: Mena, con la Soledad recién coronada canónicamente; Humillación y Estrella; Virgen del Rosario; y Dolores de Puente. 

Una representación de sus juntas de gobierno, encabezadas por sus hermanos mayores o tenientes de hermano mayor con los guiones saludó el paso del pequeño trono, que se giró para situarse frente a las imágenes titulares de dichas cofradías y hubo vivas a la Esperanza y a las titulares marianas de las corporaciones citadas. Después la Dolorosa del Jueves Santo quedó instalada junto al altar mayor a la espera de ser bajada y colocada en su capilla, donde presidió los días 15, 16 , 17 y 18 de junio un triduo y una función principal con motivo del 375 aniversario; días en los que estuvo en devoto besamanos, por el que pasaron miles de malagueños.

Fue el punto y final de un traslado multitudinario y que volvió a dejar patente el tirón de la Virgen de la Esperanza; el terral no pudo con la fe y la devoción. A las 21.30 horas se abrieron las puertas de la casa hermandad y se puso en marcha el cortejo, abierto por la cruz parroquial y dos faroles, al que siguieron algo más de 200 hermanos con velas, el guión verde de la corporación, la permanente encabezada por el hermano mayor, Carlos López Armada, también con cirios, el director espiritual, Juan Manuel Parra, fray Ricardo de Córdoba, franciscano capuchino, y tres acólitos turiferarios revestidos con dalmáticas.  

La Virgen de la Esperanza durante el triduo

Las pequeñas andas fueron portadas por 45 hermanos e iban exornadas con flores en tonos blancos en centros y ánforas y 28 piezas de candelería, además de la peana de plata que situó a la Virgen de la Esperanza en una posición elevada. La Dolorosa lució una ráfaga dorada y un rostrillo de lamé de plata con el que se quiso hacer un guiño a la estética que lucía en los traslados que se hacían hasta 1988 en la mañana del Domingo de Pasión desde su capilla de Santo Domingo hasta su trono procesional.

Una voz surgida del pueblo lanzó tres ‘vivas’ como Virgen de la Esperanza, Reina de Málaga y Reina del Perchel cuando las andas cruzaron el dintel de la iglesia de Santo Domingo para iniciar un traslado sencillo y emotivo, sin música, acompañado del rezo del Santo Rosario, y donde la archicofradía, a paso parsimonioso, se reencontró con una parte fundamental de su varias veces centenaria historia.

Las andas se situaron junto al altar mayor y cuando la penumbra se hizo en Santo Domingo, la Virgen fue llevada a su capilla, que había exornada primorosamente el equipo de albacería encabezado por Tadeo Furest. Para la decoración se tapizaron los laterales con damasco y terciopelo a modo de salón real. Al lado izquierdo se ubicó la urna de madera dorada con el Santo Niño de la Caridad y el escudo de Felipe IV, reinante en la época de la fundación y al lado derecho se ubicó la pintura de la Santísima Trinidad, copia de la de Velázquez, sobre esta, el escudo de Urbano VIII, pontífice reinante del momento de la fundación. Bajo la pintura, una mesa con la reproducción facsímil que se ha realizado de los estatutos fundacionales. 

El suelo quedó totalmente alfombrado y se intentó conseguir una ambientación que no distorsionara el lugar donde se encontraba la Virgen, esto es, que siguiera recordando al lugar donde antaño la recuerdan nuestros antepasados. Para ello se dispuso unas gradas sobre el altar de piedra que posee la capilla creando una bancada dorada sobre la que se dispuso la cancillería de plata y frontal de plata de los talleres de Juan Borrero.

La Virgen de la Esperanza preside su capilla de Santo Domingo
La Virgen de la Esperanza preside su capilla de Santo Domingo

En la parte superior se ubicó una figura de un ángel tenante con un ancla, alegoría de la Esperanza. Las columnas de mármol rosado y el arco enmarcaban la composición. Al fondo, en la penumbra, se representaba una alegoría del escudo de la Archicofradía. La capilla quedó rematada con una profusión floral tanto interiormente, como decorando la reja que delimita la misma, la cual era flanqueada por los blandones de plata de la basílica.

Cientos de malagueños pasaron por el viejo templo dominico para participar en el besamanos y en el triduo culminado con la función principal el 18 de junio, día en el que se cumplían veintiocho años de la coronación canónica de la Esperanza. Fray Ricardo de Córdoba fue el encargado de predicar en unos cultos que fueron oficiados por el director espiritual, Juan Manuel Parra. 

El día 16 de junio, aniversario de la fundación de la hermandad, presidió la misa el delegado de Hermandades y Cofradías, Antonio Coronado, y en el transcurso de la misma, el secretario de la archicofradía, Jesús Caballero, leyó la declaración conmemorativa del 375º aniversario: “Hace hoy 375 años, se celebró en la Sala Capitular del antiguo convento de los dominicos de Santo Domingo el Real, en antiguas dependencias de este templo, ante el escribano y los testigos la Constitución de la Hermandad de la Madre de Dios de la Esperanza y su incorporación a la del Dulcísimo Nombre de Jesús. 

Veinticuatro fueron los hermanos que aparecen en las escrituras fundacionales y, donde manifiestan su voluntad de “ha muchos días”, fundar la Hermandad de los setenta y dos discípulos de la Virgen de la Esperanza y “que sea congregada e incorporada a la del Dulcísimo Nombre de Jesús”.

No hay declaración doctrinal en las Reglas, consecuencia del espíritu de la época y de que posiblemente, al quedar integrada, se regulaban en este aspecto genérico por las Constituciones más antiguas de las de Jesús Nazareno. Si queda patente la devoción a la imagen de la Esperanza “que está en la plaza pública de la ciudad”. Estamos pues reunidos en este jubiloso día, en este Año del Señor de 2016, declarado por Su Santidad El Papa Francisco Año Santo de la Misericordia, para conmemorar el 375º aniversario de la constitución de la “Hermandad de la Madre de Dios de la Esperanza y su incorporación a la del Dulcísimo Nombre de Jesús, que tuvo lugar el 16 de junio de 1641 reinando en España la Católica Majestad de Felipe IV y siendo Obispo de Málaga Fray Antonio Enríquez, para renovar la protestación de Fe a una devoción, sabedores de que María Santísima de la Esperanza nos guarda, guía, alegra y consuela, y en cuya creencia deseamos vivir y morir. 375 años de Amor Eterno a la Santísima Virgen, que ha perdurado ininterrumpidamente más de tres siglos. 

Y donde el inquebrantable fervor de sus setenta y dos discípulos ha crecido entre nosotros quedando patente a lo largo de este tiempo, como muestra de una devoción profunda a la Madre de toda bondad, María Santísima de la Esperanza. En Málaga, a dieciséis de junio del año 2016, Año Santo de la Misericordia, De todo lo declarado da fe el Secretario, con el Visto Bueno del Hermano Mayor”.  

Asimismo, a la conclusión de la función principal, el general de División Director de Asuntos Económicos del Ejército de Tierra e Inspector del Cuerpo de Intendencia –hermano mayor honorario de la Archicofradía- Antonio Budiño entregó a la Virgen el fajín azul de Estado Mayor. La Archicofradía le regaló el martillo con el que dio los primeros toques de campana al trono del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso la noche del Jueves Santo. 

Si emocionantes fueron los días del regreso a Santo Domingo no menos lo fue la vuelta a la basílica. La tarde veraniega invitaba a ver procesiones y la explanada de fray Alonso de Santo Tomás se llenó para ver salir, bajo una lluvia de pétalos, a la Virgen de la Esperanza. Precedido por hermanos con cirios y unos monaguillos con canastillas repartiendo romero, la Dolorosa se dirigió a visitar la capilla callejera de Dolores del Puente, donde la comitiva fue recibida por una representación de la cofradía hermana del Lunes Santo encabezada por su hermano mayor, Enrique Sánchez. Las dos vírgenes coronadas canónicamente se miraron frente a frente en un instante cargado de sensaciones. 

Junto a ello se organizaron unas jornadas cofrades a las que estaban convocadas las cofradías andaluzas con la advocación de la Esperanza Coronada: Triana, Macarena, Huelva, La Yedra de Jerez, la Trinidad de Sevilla y Málaga.

Fue un encuentro que unió durante unos días a devotos de la Esperanza de distintos lugares para intercambiar experiencias y reforzar lazos fraternales. La experiencia fue extraordinaria y el ambiente de hermandad, de unión entre todas las cofradías, magnífico durante tres días, creó un vínculo fuerte y duradero. 

Además, hubo una estampa para el recuerdo: la Esperanza junto a su mosaico situado en el muro este del templo. Bajo las notas de la banda de música de la Archicofradía el cortejo, a paso parsimonioso y elegante, regresó a su casa hermandad. Antes de llegar hubo una nueva petalada a la altura del Instituto Andaluz de la Mujer y una alfombra de romero preparada por el grupo joven a las puertas del salón de tronos dio la bienvenida a la Virgen de la Esperanza, que se encerró cuando la noche se hacía en el cielo de Málaga. Cuando las puertas se cerraron se puso punto y final a seis intensos días que ya están inscritos con letras de oro en la historia de la Archicofradía y en el corazón de sus hermanos. 

Paralelamente a los cultos se desarrollaron una serie de actos culturales. El primero de ellos fue la digitalización de las escrituras fundacionales de la Hermandad de la Esperanza. El documento estaba publicado en el libro que la cofradía editó en 1988, ‘Esperanza Nuestra’, con un extraordinario trabajo paleográfico de Maribel Cazenave. No obstante, la mejora tecnológica que brindan los nuevos tiempos nos empujó a solicitar una nueva digitalización del preciado texto. Se trataba de aprovechar las nuevas técnicas fotográficas para captar hasta la última gota de información que pudiera ofrecer el contrato. Resulta sorprendente observar documentos o lienzos a vista de las nuevas cámaras, se revelan detalles insospechados. Sólo hay que mirar el resultado del sello de Felipe IV que timbra el documento. El Archivo Histórico Provincial de Málaga es el depositario y hubo que realizar la preceptiva gestión. 

Debemos destacar que desde la dirección de la institución sólo encontramos facilidades para realizar el trabajo. La cita fue el pasado 29 de abril a las once de la mañana. Llegamos un poco antes y en pocos minutos estábamos viendo como el documento fundacional se presentaba ante nosotros con toda la verdad de la Historia. Fue un privilegio, un momento cargado de emoción; nuestra historia tomaba cuerpo delante mismo de nuestros ojos. El trabajo de digitalización fue impecable y hoy podemos decir que nuestra memoria documental se encuentra a buen recaudo.

El periodista malagueño Santiago Souvirón fue el encargado de abrir las jornadas que contaron con un nutrido público y un gran número de ponentes de diversos ámbitos cofrades y académicos. Nuestro museo fue el escenario elegido para las mesas redondas y las conferencias. El viernes 17 de junio se inauguraron las jornadas con una mesa redonda sobre el modelo iconográfico de la Esperanza. 

El historiador del arte Joaquín Sánchez Rico realizó una prolija descripción de la evolución histórica de la vestimenta mariana, desde el paradigma de las reinas castellanas hasta el modelo actual, pasando por el manto de ‘las camaroneras’ de Rodríguez Acosta o la influencia de los diseños de las cerámicas trianeras en los bordados de mantos y palios del siglo XX. No quedó en el tintero el hecho de las anclas ya aparezcan como modelo iconográfico en nuestra cofradía durante el siglo XVIII. 

La Virgen de la Esperanza abandona Santo Domingo después de la celebración de los cultos por el 375º aniversario fundacional
La Virgen de la Esperanza abandona Santo Domingo después de la celebración de los cultos por el 375º aniversario fundacional

Un viaje apasionante por la Edad Media, la Edad Moderna y el Barroco, cuya principal conclusión es que el hecho de que los procesos de cambio en la iconografía de la Esperanza ha sido paralelo y prácticamente simultáneo, amén de que las influencias son ricas y diversas, desde el románico al Art decó. Sin olvidar el final del siglo XIX y los principios del XX como la época del gran cambio, el verdadero siglo de oro de la Esperanza. 

Pero aquella mesa redonda no fue conocimiento sin emoción, ni mucho menos. O si no, pregunten ustedes a nuestro vestidor, Juan Francisco Leiva, qué sintió al verse sentado junto a Pepe Garduño, Javier Hernández, Joaquín Gómez Serrano o José Manuel Lozano Rivero. Lo más granado del presente y el histórico vestidor de la Esperanza Macarena, contando su experiencia vital. Fueron minutos para la Historia, a corazón abierto. Pepe Garduño tuvo un papel estelar.

La mañana del 17 de junio nos reservó una conferencia – pronunciada por Fray Ricardo de Córdoba – y una mesa redonda sobre la puesta en escena de la Esperanza. Fray Ricardo de Córdoba tomó la muleta con la izquierda, la mano de la verdad, y bordó una faena con hondura sobre el valor teológico de la Esperanza. “La Esperanza es la Esperanza en la Resurrección, en el Reino de Dios”, proclamó. Puro toreo al natural, clásico, directo, sencillo, hilvanado, preciso. La mesa redonda sobre la puesta en escena de la Esperanza derivó en un análisis del caminar de los distintos pasos procesionales y nuestro trono. 

El ambiente alcanzó su máxima temperatura, qué duda cabe. Manolo Santiago de la Macarena, los hermanos López Díaz de Triana, nuestro Alfredo Robles y Pedro Olivares de Huelva, fueron moderados – y sí, moderados de verdad – por Francisco Jiménez Valverde, que tuvo el honor de ser juez y parte. La pureza, la innovación, el clasicismo, la música… Todos son ríos que desembocan en el mar de la Esperanza, torrentes cristalinos de verdades cofrades. Luis Méndez hizo un inciso médico y los detalles y las anécdotas se multiplicaban sin cesar. Se recordaron los tiempos de los ‘pagados o profesionales’ cuando los varales y las trabajaderas se nutrían con hombres que cargaban por un salario. Nada que ver con la eclosión actual. Inmanencia, los tiempos cambian. 

A. Montilla y M. Navarro

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