Un nuevo manto para la Virgen de la Esperanza
Entre los grandes proyectos de esta mayordomía se encuentra la ejecución de un nuevo manto procesional para la Virgen de la Esperanza. Pieza que dialogue con el actual conjunto procesional y la estética de la Venerada Imagen. El actual manto, estrenado a comienzos de los años 50 no llega a alcanzar la calidad artística del perdido en el 31; fue realizado en hilos de oro entrefino, se encuentra sin finalizar, quedando sin ejecutar algunas piezas contempladas en el diseño y, además, actualmente presenta signos del desgaste natural que los años han sumado a la pieza. En pro de una mejora en el conjunto procesional de la Virgen y en la calidad artística del mismo esta Archicofradía ha encargado sendos diseños a los artistas Fernando Prini Betés y Javier Sánchez de los Reyes. Diseños que a continuación presentamos.
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El diseño de Fernando Prini Betés
“[…] tuve claro desde primera hora la enorme personalidad que el conjunto procesional de la Virgen mantiene desde la realización del emblemático trono de Luis de Vicente estrenado en 1922 a conjunto del palio y manto. Por tanto, entendí que este nuevo manto debía ser continuista con este estilo, por supuesto adecuándolo a la estética actual de la Semana Santa de Málaga”.
El dibujo que presenta Fernando Prini Betés sigue la composición a candelieri, tradicional en numerosas piezas bordadas en el contexto de las Hermandades y Cofradías de nuestra ciudad. Este “nervio” central permite construir toda la ágil composición entorno a él. La decoración planteada para el mismo consiste en toda una elaborada red de roleos y hojas de acanto que se extienden magistralmente por los laterales de la pieza sin perder la guía de este candelieri central del que parten.
“[…] de estilo neobarroco, con un eje central sobre el que se estructura toda la decoración de la prenda, realizada íntegramente de tipo vegetal, con acantos y roleos”.
Fernando Prini apuesta por mantener las personalísimas “cés”, individualizando el propio motivo decorativo y repitiéndolo en numerosas ocasiones a lo largo del dibujo, las de mayor tamaño se sitúan en la parte central baja de la pieza, como lo hacían en el desaparecido manto de las Adoratrices y como hoy día, en cierto modo, mantiene el manto de procesión. La inspiración para el artista, indudablemente, se encuentra en el sobresaliente manto de las Adoratrices.
Además, como recurrente motivo decorativo aparecen los conocidos ángeles que brotan del bordado o delfines, figuras antropomorfas que finalizan los roleos y que confieren gran personalidad al conjunto. La utilización de figuras antropomorfas como elementos decorativos parte ya desde el siglo XVI, cuando el manierismo popularizó la utilización de soportes (columnas o pilares) híbridos con figuras humanas e incluso con las de animales, creando verdaderas y fantasiosas hibridaciones que han sido fuente para el arte del bordado.
En la parte más cercana a la imagen de la Virgen de la Esperanza, circundándola, en el diseño se armonizan ocho cabezas de querubines alados.
Fernando Prini dispone en su dibujo una novedosa cenefa, que enmarca el bordado central a modo de arco polilobulado y permite crear una composición a modo de guirnalda con azucenas intercaladas. Entre “guirnalda” y “guirnalda” el bordado se extiende con pequeñas partes de decoración vegetal y cabezas de querubines.
Siguiendo la descripción del artista:
“Además, la zona que permanecerá debajo de la toca de la Virgen, además de ser más liviana y ligera para facilitar los pliegues que ha de hacerse a la prenda alrededor de la corona, irá circundada otras ocho cabezas de querubines.”
Sobre las técnicas y materiales a emplear para la realización del manto, Fernando Prini puntualiza:
“[…] terciopelo de algodón en color verde, más intenso que el actual (para que, tanto de día como de noche se aprecia esa tonalidad) con bordados en hilo de oro fino y sedas. […] las azucenas estarán realizadas en giraspe de hilo de oro y color marfil. Tanto las cabezas de los querubines como las figuras de los ángeles estarán realizados igualmente en hilo de oro. Una blonda de encaje de hilo de oro de unos 10 cm de ancho, realizada a bolillo, circundará el contorno de la pieza”.
El diseño de Javier Sánchez de los Reyes
“Es decir, hemos considerado el conjunto del Trono, su estilo, y cómo ha empastado con éste el manto que hasta ahora ha llevado la Imagen y hemos considerado su primera impronta como algo digno de conservar por su consonancia con el Trono procesional y demás elementos que lo forman […]”.
El dibujo que presenta Javier Sánchez de los Reyes destaca por seguir la tradicional disposición a candelieri que nos remite directamente a las composiciones popularizadas durante el siglo XVI, a raíz del descubrimiento de la Domus Aurea de Nerón y los frescos que decoraban sus paredes y techos. Estas decoraciones a candelieri han viajado a través de toda la historia del arte, adaptándose a los gustos, las formas y las distintas épocas, siendo incluso motivo recurrente para la composición de las piezas bordadas que engrosan el patrimonio cofrade de nuestra ciudad y de Andalucía.
“Pero no se puede hablar de un solo estilo “purista” académicamente hablando, los detalles y cierto código ornamental del diseño corresponden al estilo renacimiento, estilo al que, aunque nos pueda sorprender, corresponden muchos elementos ornamentales de las antiguas bambalinas, techo del palio, y otros muchos bordados del manto antiguo reaprovechados en el de 1930.”
El mismo Sánchez de los Reyes puntualiza:
Esta composición a candelieri consiste en un nervio central que dispone el conjunto del bordado en dos zonas completamente simétricas y que, además, permite situar en el mismo todo un complejo conjunto de alusiones a la Santísima Virgen como jarrones rebosantes de flores y conexos entre sí, al estilo de los maravillosos grutescos renacentistas. No podemos obviar la singular relevancia de las flores para la iconografía y simbología mariana, en la que ensalzan la Inmaculada Concepción de la Virgen; “hortus conclusus” (Ct 4,12) o “Jardín cerrado” que hace referencia a la perpetuidad Inmaculada de la Virgen María. En el diseño encontramos azucenas, azahar, romero en flor, rosas y otras tantas y distintas especies.
Por la especial simbología y relación de las azucenas con la Virgen de la Esperanza, Sánchez de los Reyes les da un lugar privilegiado y visible en este eje central rememorando directamente el día de la Coronación Canónica en 1988.
El artista establece un artístico diálogo entre el manto y el trono de la Virgen, trasladando motivos decorativos del cajillo al bordado. Tales como las rosas doradas que florecen de uno de los jarrones centrales o las guirnaldas que jalonan la base de los arbotantes. El artista también dispone estas flores en cuernos de la abundancia.
Continuando con esta parte central de la composición, debemos destacar el principal motivo que engarza esta pieza con la Virgen de la Esperanza; el ancla.
Sobre esta, además, se encuentra el Sol que la Virgen luce en su vientre durante los cultos celebrados en su honor el mes de diciembre y que fue diseñado por Eloy Téllez. Este sol, siguiendo la iconografía de la Expectación del Parto o de la Buena Esperanza, alude al mismo Jesús – que María concibió en su vientre – por ello las letras que él vemos, JHS.
En este motivo decorativo encontramos, por tanto, una referencia directa a la propia advocación de la Santísima Virgen, en su “doble iconografía”; por la Buena Espera del Parto y por la Virtud Teologal que es la Esperanza.
Este innovador atributo esperancista está rodeado de azahar, en alusión y recuerdo al palio de azahar con el que se procesionó a la Virgen de la Esperanza en la más inmediata posguerra. También lo circunda romero florecido en dos ramilletes.
“Por el diminuto tamaño a escala real de estas flores y temas vegetales y el gran tamaño de la prenda representada a escala 1:9 no se observan al detalle, pero están representados, en la zona superior, arriba del ancla, dos ramilletes de azahar (irían representados o bordados a su tamaño real), haciendo alusión al palio de azahar que cubrió a la Virgen de la Esperanza en 1940.”
La composición del resto del dibujo se estructura como ramas de hojas de acanto y roleos que, ingeniosamente, nacen de este pilar central y cuajan de viva decoración floral el conjunto de la pieza.
“El dibujo es muy movido, de temática en su gran mayoría vegetal, algo que creemos es lo que pide una advocación como la Esperanza, un color de fondo como es el verde y la tradición de alfombrar de romero las calles de Málaga.”
El diseño central – y que conforma la mayor parte de la obra – se enmarca con una personal cenefa compuesta por la reiteración de mismo esquema compositivo simétrico de hojas de acanto, romero florecido – como el que se encuentra a los pies de la Virgen – y guirnaldas de flores. Estas mismas guirnaldas de flores, son las que Sánchez de los Reyes toma de la base de los arbotantes del trono de la Virgen.
“La zona de las vistas, que quedarían plegadas bajo los brazos de la Imagen, posee en dibujo de los motivos decorativos, y por lo tanto de las piezas bordadas, más menudo, para que resulte menos aparatoso y complicado la operación de colocárselo a la Imagen y plegárselo.”
“[…] añade una simbología de fácil lectura para cualquier hermano y devoto de la Imagen, que contempla advocación e historia de su Cofradía. De un estilo que se puede adjetivar de “clásico”, que se diferencia del actual manto procesional pero que trata de guardar una línea en el conjunto del Trono y de la Cofradía.”